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El tiempo pasa, Cuarteto De Nos queda

A un año de su último disco, la banda uruguaya volvió a La Plata en su gira por la Provincia de Buenos Aires. Con 32 años arriba de los escenarios, el grupo arrastra tiempo e historias marcadas a fuego en cada uno de los acordes que dieron vida a una gran noche.

Tras los 40 metros de cola que ocupaban los tres cuartos de manzana, el Teatro Sala Ópera de La Plata diluvió de gente. Algunos en familia y otros con un fernet en la mano, pero en fin, todos contentos por la presencia de Cuarteto De Nos.

Tras un apagón total, seguido del titilar de unas luces rojas dirigidas al centro del escenario, el público se encendió en euforia y gritos. Y al escucharse los primeros aplausos entre la gente, el grupo uruguayo ya estaba sonando al ritmo de “Esta vida me va a matar”, con la voz de Roberto Musso a la cabeza.

Mientras la viola de Gustavo (topo) Antuña parecía cobrar vida, siguió la histórica canción “El hijo de Hernández” donde los seguidores respondían a gritos cada oración del tema. Siguió “Invisible”, una de las canciones que encabeza el último disco de la banda; Apocalipsis Zombie (2017).

Antes de que empiecen a sonar los famosos versos de una de las canciones más conocidas, “Ya no se qué hacer conmigo”, el cantante saludó a los platenses agradecido de poder estar dando uno de los últimos recitales que culminaría con su gira por la Provincia de Buenos Aires. La oleada generacional que conformaba el público comenzó a saltar y bailar al ritmo del rap rock que sonaba en toda la sala.

Sin poder faltar el ritual típico de sus recitales, Santiago Tavella (bajista) agarró el micrófono y comenzó a tararear las primeras notas de la canción “Enamorado tuyo”, la rockera balada que hizo emocionar a buena parte de los presentes. El bajo acentuado y esta vez en manos del tecladista, Santiago Marrero, seguía sonando demostrando que el gran “Cuarteto” no tenía problemas en hacer cambios de roles.

Para saciar de energía al público, ya todos en su formación original, su sexto y séptimo tema fueron “Bipolar” y “Al cielo no”. “Ésta canción que tocamos tiene 27 años, mucho más grande que casi todos los que están acá”, dijo el cantante refiriéndose al anterior. Continuaron con “Mi lista negra” y “No llora”, el tan emotivo tema que compuso Roberto Musso a su hija, entendiendo que Cuarteto de Nos no solo suena en los oídos de los jóvenes, sino también de muchas familias.

Siguieron con “El innombrable” y “Hay que comer”, canción creada en plena crisis del 2001, “tanto en Uruguay como en Argentina”, dijo el cantante, y que no nos remonta mucho en el tiempo a la hora de hablar de crisis. Por eso el ya clásico cantito “Mauricio Macri LPQTP” de la gente al finalizar el tema. “Whisky en Uruguay”, “Hola Karma” y “Roberto” continuaron en la lista, seguidas de la canción trabajadora “Pobre Papá” que la encarnó nuevamente la voz del bajista con su bigote y look desprolijos en el centro del escenario. Después de un largo rato de instrumentalización improvisada concluyó el tema al igual que el gran pogo que todavía no parecía dar indicios de cansancio.

Ahora con el tecladista al frente del micrófono comenzó a sonar “Mirenme”, en donde Tavella y Musso entablaron un diálogo de rap moviéndose por todo el escenario con el rock siempre de fondo. Ya con el baterista de nuevo en su puesto, el público se encendió al sonar “Gaucho power” y la adrenalina creció aún más sin saber que el final del show se acercaba.

Se despidieron con el clásico “Invierno del 92” y “El rey y el as”. Y cuando pareció ser que la retirada era la definitiva, las gargantas de la gente gritaron sostenidamente durante cinco minutos “una más y no jodemos más” hasta el retorno de la banda, que con el latido del bombo de Álvaro (Alvin) Pintos comenzó a sonar “Apocalipsis Zombie”, seguido de la canción que hiso explotar a todo el teatro; “Yendo a la casa de Damián”.

El show terminó y el teatro volvió a estar vacío como hace dos horas antes, cuando el Cuarteto de Nos recién se asomaba por el telón. Aquellos cinco adultos con aspecto de niños. Originalmente ridículos de pies a cabeza. Viajeros de generaciones. Como grandes manipuladores han logrado sostener el tiempo entre sus manos, reírse de él y anunciarle que llegaron hace 32 años para quedarse y seguir sonando por mucho tiempo más.

Por Bianca Colefffi.

Fotos de Joana Drago.