Carajo y sus presentaciones apuntan cada vez más alto. Tratando de obviar el chiste fácil (se fueron al carajo), la noche del sábado comprimió, en dos horas, un festejo que no llega por obra de la suerte. Quince años juntos como banda es más que un logro y los frutos de ello están a la vista de todos. Plagada de gritos roncos y furiosos, puños en el aire, una marea de remeras negras saltando al unísono y cabelleras asintiendo ante los cambios de compás, el power trío comenzó y completó un viaje a la altura de las circunstancias y dejó un signo de interrogación que late, para pronto ser reemplazado con las sorpresas que traiga el futuro.
A las 20.00 se abren las puertas del Teatro de Flores y el molesto e indeciso aguacero queda atrás. Los simpatizantes del grupo se resguardan y buscan un lugar dónde sentarse para comenzar a charlar. La noche y la cuenta regresiva apenas comienzan, pero el público metalero se muestra cordial y afectivo. Esta “calma” es solo el primer estadio de individuos por cuyas venas corre el espeso combustible que emana de la energía de este género y que bandas como Carajo aman prender en llamas.
Cerca de las 21.00, se prueban los últimos acordes de guitarra y bajo y estos atraviesan el espectro y todas las cabezas giran hacia el telón amarillo. Cuando los platillos terminan de ser testeados y el redoblante estalla a la distancia, la multitud corre desde sus cómodos asientos y se agolpa en el frente.
“Pan y vino, pan y vino, al que no le gusta Carajo, ¿para qué carajo vino?” Este tipo de arengue se mantiene durante todo el recital y se potencia previo al arranque y en los baches entre canción y canción. Carajo sale y lo primero que se nota es un trabajo de luces bien pensado y moderado, con luminarias blancas que cortan el escenario diagonalmente y enceguecedoras luces amarillas que apuntan a los ojos de todos los bestiales fanáticos.
Todo viaje comienza con un punto de partida y no es casualidad que el grupo liderado por “Corvata” Corvalán haya elegido “La Guerra y la Paz” para abrir este show. Luego de finalizada, el bajista rememora esos tiempos (allá por el 2001-2002), dónde esta canción fue grabada y adicionada al primer disco del grupo, de nombre homónimo.
Desde entonces, una vida pasó en el medio: seguidilla de discos exitosos y presentaciones en vivo a lo largo y ancho del continente. Sin embargo, el público no deja de responder satisfactoriamente a cada uno de los pasos de estos artistas, los más memorables reflejados en el extenso setlist.
Durante las dos horas de recital, cada tema es acompañado por visuales que complementan y, por momentos, juegan con las luces para formar esa atmósfera tétrica e intransigente (pero a la vez juvenil y fresca), que a Carajo tanto le interesa crear.
“¿Hay algún Chico Granada presente?” fueron las cinco palabras que desataron la segunda mitad del recital y el júbilo de una multitud que no parecía para nada cansada. “Chico Granada” explota y todos aquellos que visten la remera con el logo de Inmundo festejan complacidos respondiendo a los coros.
Las infaltables “Sacate la Mierda”, “Joder” y “Libres” coronan el final del recital. “Corvata” anuncia que el segundo DVD de la banda ya se encuentra terminado. En él se repasará (por medio de archivos de video) la historia del conjunto y se podrán ver momentos de su visita al Luna Park en 2014. Expectante, el público recibe otra noticia: Carajo planea seguir festejando su prolífero 2016 en el Luna Park (por tercera vez) y la cita es en noviembre.
¡Festejemos! porque Carajo ofreció una fiesta de quince poco convencional, no sin más, valió la pena haber confirmado asistencia.
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Por Agus Monaco.
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