Juan Carlos Crespi presentó su renuncia a la vicepresidencia del club. Eso sí, fue de manera verbal. Ahora, Para ser válida la misma deberá ser presentada por escrito. No tuvo tiempo, lo hará cuando vuelva del viaje con la selección.
¿Pero que pasó para que un dirigente histórico de Boca haya decidio dar semejante paso al costado? Crespi es una persona que vive para Boca, con aciertos o defectos, siempre quiso y quiere lo mejor y lucha para eso. El alto dirigente ya venía notando en este tiempo que las cosas no estaban bien dentro del club. Se lo veía cansado y en desacuerdo con varias de las cosas que se cocinaban en los pasillos de La Bombonera.
El domingo, sin embargo, el vaso reventó. El hecho que desencadenó la ira de JCC es la lesión de Walter Erviti. ¿Qué tendrá que ver el queso con los alfileres no? Bueno, aunque no parezca sí tiene que ver. Al ex Banfield se lo llevaron al sanatorio Mitre. Con él fueron Jorge Amor Ameal y José Beraldi. Crespi, en cambio, se quedó aguantando los trapos en La Boca.
El juego fue 0-2 para el Xeneize y La Bombonera estalló. Crespi debió lidiar con un Julio César Falcioni muy nervioso y que no sabía para adonde disparar y se “fumó”, sólo un vestuario desolador, con un plantel devastado y destruído anímicamente.
Lo que sobrevino después fue peor. Cuando el equipo iba a abandonar el estadio, de repente aparecieron los hinchas más caracterizados y comenzaron a entonar cánticos contra los jugadores. ¿Los insultos enojaron a Crespi? No, lo que realmente molestó a Crespi en lo más íntimo fue la “zona liberada” que se dejó. Se “Vendió” a los jugadores a las fieras, permitiendo que la barra y demás hinchas se acerquen hasta el micro. Incluso, hoy Crespi sentenció: “Estaban ahí porque alguien los mandó”.
Crespi siempre fue el dirigente que más cerca estuvo del equipo. Y, en ese momento, los jugadores estaban sentados en el micro, no pudiendo creer el espectáculo que arroja el otro lado del vidrio. Asumen su culpa, claro, pero tampoco le restan “méritos” al espeso clima dirigencial que se vive por estas horas en el seno del club.
El sentimiento de Crespi de soledad y desamparo tuvo hoy un nuevo capítulo. Los jugadores, en ese micro, esperando para salir mientras los hinchas, los mismos que los vivan otrora, los insultaban de arriba a abajo, se sintieron igual que el vice segundo de Boca.
Rock ‘N Ball se metió en la intimidad Xeneize y averiguó que ayer fue un día de muchísimas charlas entre los players. Palabras mas palabras se dijeron que estaban “solos“. Sintieron que la CD les soltó la mano y que lo que realmente les importa pasa por los comicios de fin de año. En ese panorama, se juramentaron hacerse fuertes. Necesitan, primero, fortalecer el grupo porque también saben que, sí las cosas siguen así, es muy fácil que el hincha les caiga encima.
En la charla estuvieron todos, pero la posta la tomaron Martín Palermo y Juan Román Riquelme. ¿Peleados? Puede ser, pero ambos ídolos del club se dieron cuenta que necesitan ponerse al frente del barco Xeneize para que no sea un nuevo Titanic. El Titán y Román fueron claros y pidieron, ni más ni menos, que el compromiso de todos sus compañeros. ¿La frase? “ Que ellos se maten afuera, a nosotros lo único que nos tiene que importar es ganar para sacar esto adelante”. Ahí radicará el objetivo de los players: ganar y asomar la cabeza del pozo.
Minutos más tarde, el goleador histórico de Boca realizó una conferencia de prensa en la que se mostró súper enérgico. Mandó varios mensajes por elevación a los dirigentes, le puso palabras al presente pésimo de Boca “No quiero terminar como River hoy” y habló, machachó y repitió hasta el cansancio el hecho de la unión del grupo. Esa es la piedra fundamental por la cual los jugadores Xeneizes quieren empezar a salir del pozo. La unión hace la fuerza dicen ¿no? Veremos…
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