Quien no se preguntó alguna vez si en realidad aquellos monstruos que nos halagan con sus acordes e ideas -más que nada- sobre la música, plasmada en potentes canciones, no son, en realidad, emergentes que tuvieron, más que nada, un golpe de suerte, o bien supieron estar justo en el momento indicado. Esto sin descontar ni desmerecer, por supuesto, su talento. Sino de adosarle a su aptitud innata una dosis de empujón vital que determinó el destino de gloria. Su destino.
Quien no se preguntó alguna vez, también, cuanta gente talentosa anda por ahí malgastando su tiempo entre empleos sin sentido y ocupaciones que no corresponden a lo que realmente tendrían que ocuparse. ¡Cuántos Jimmy Hendrixs repartiendo sobres o firmando cheques!
Lo mismo cabe preguntarse respecto a los futbolistas y en líneas generales, si se quiere, a todos en todos los aspectos de la vida. Siempre queda la duda. “Este llegó porque justo andaba por ahí el manager de…”. También se encuentra la misma cuestión, pero al revés: “Si, a los 15 quedé en la banda de tal pero ¿viste?, había mucha competencia y presiones, entonces me fui….” Dice, mientras te da una estampita en el subte.
A todo esto no debemos olvidar una tercera opción, la más ruin y fea: “Este llegó porque su papá es el dueño de la discográfica…” Es decir, la gente que sin talento, pero con acomodo, alcanza mucho más en su carrera que aquellos cristianos con talento pero sin acomodo. Esos no interesan, el tiempo los juzgará. Para mal, se supone y por vocación de justicia.
Lo que si importa, en definitiva y a todo esto, es si realmente están todos los que tiene que estar en la palestra de la consagración artística o bien, solo hay algunos alcanzados por la suerte (más allá, por supuesto y repetimos, de su talento) y otros que con las mismas o mejores condiciones, se confinaron a los borrosos archivos del olvido para no demostrar y guardarse lo que tenían para expresar.
Pasa a veces que alguien encuentra los canales precisos a una determinada y avanzada edad (justicia tardía), mientras otros, y saliéndonos de la música para ejemplificar, como Van Gogh, el reconocimiento y la gloria le vinieron después de fallecido. A veces también todo lo contrario: los primeros discos son lo que quemaron de una todo el potencial creativo, luego, no hubo más nada que decir.
Pero insisto. Quién no se preguntó alguna vez sobre si “estamos todos” o no, es decir, si por cada monstruo que nos vuela la cabeza, hay dos o tres Jaco Pastorius o John Bonham lustrando botas, robando carteras o cocinando lomitos completos.
¿Qué opinás? ¿Conocés un genio olvidado? ¡Ponelo! (por ahí lo salvamos de la maldita oficina).
Si no quedó claro, lo graficamos con estos videos. Aquí dos muy buenas propuestas que se ven no más caminando por Florida:
¿Te quedás con ellos o con estos dos giles? ¿Quién se merece qué? Opiná!
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